Por Carlos Alberto Monge Montaño Las expectativas, retos y sueños que genera un nuevo año suelen ser bastantes y en muy diversos ámbitos, pero el 2024 despierta especial interés por los comicios que se llevarán a cabo el primer domingo de junio, donde elegiremos al próximo presidente de México, así como la conformación del Congreso de la Unión. La disputa por el poder se desarrollará en medio de una de las peores crisis de inseguridad que ya acumula más de 175 mil muertes violentas en lo que va del sexenio de Andrés Manuel López Obrador, lo que representa un asesinado cada 15 minutos, un promedio de 95 diarios. Es un año donde más dinero público repartirá el inquilino de Palacio Nacional a través de los programas sociales, pero con una estrategia netamente electorera apoyada en sus “servidores de la nación”, recursos que superan los 720 mil millones de pesos. Por eso López Obrador previó y logró que sus legisladores alfiles le autorizaran nueva deuda por casi 2 billones de pesos con la que superaría los 6 billones en lo que va de su administración. Pese a sus constantes mentiras de que no ha endeudado al país, el comunicado 83 de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público fechado el pasado 29 de diciembre señala que, a noviembre del 2023 la deuda neta del Gobierno Federal es de poco más de 12 billones 504 mil millones de pesos, que comparados con los 8 billones 315 mil millones como la recibió en 2018, la ha aumentado en 4 billones 185 mil millones de pesos. A la par y también muy grave, son los constantes ataques de López Obrador a las instituciones democráticas y órganos autónomos que desnudan reiterada y contundentemente sus inclinaciones dictatoriales. Ataques que, al momento, han logrado debilitar y polarizar a dichas instituciones, lo que inevitablemente resulta peligroso. No hay duda, será una elección de Estado liderada por López Obrador, convertido en la chachalaca que tanto criticó. Así que, cada ciudadano mexicano tenemos la altísima responsabilidad cívica de acudir a las urnas para con plena consciencia, sufragar por la mejor opción o de plano, la menos mala. Las crisis que atraviesa el país advierten sobre la necesidad de mantener los equilibrios, fortalecer la democracia, evitar que una sola fuerza política se haga de todo el poder. Permitirlo podría resultar extraordinariamente caro y dañino… para todos. Y, sin embargo, la vida abarca mucho más, así que a la par de destinarle tiempo e interés a nuestra responsabilidad cívica, trabajemos por alcanzar nuestras metas y sueños, por disfrutar cada oportunidad, cada instante que tenemos. Por lo pronto, estimado lector, permíteme desearte un 2024 con salud, prosperidad y la compañía de tus seres amados. Con la esperanza de que haya una próxima vez… me despido, gracias.